domingo, 21 de noviembre de 2010

El futuro de Haití


Nunca he estado en Haití y probablemente nunca estaré. Leo y veo lo que sucede en Haití y me da un profundo dolor, no solo por lo que ha sucedido en ese país por muchos años sino por lo que está sucediendo en este momento y por lo que probablemente continuará sucediendo en el futuro, a menos que se encuentre una solución a su drama y su tragedia.

En los últimos tres años Haití ha sufrido un horroroso terremoto, inundaciones catastróficas, huracanes y una epidemia de cólera. Estos desastres naturales han causado centenares de miles de muertos y han dejado la infraestructura física y la moral de los habitantes por el suelo. El último azote, el cólera, ha causado muertes pero, igualmente grave, una reacción social-política muy fuerte contra las organizaciones internacionales que se encuentran en territorio haitíano tratando de ayudar. Centenares de haitíanos se han echado a la calle para protestar contra las Naciones Unidas “por haber llevado el cólera al país”.

No sé si esta grave acusación es cierta. Parece no serlo. Pero, aún si lo fuera, y los Nepaleses hubiesen llevado el cólera a Haití, como se les acusa, habría que preguntarse si ello fue un acto deliberado o si fue obra de la fatalidad. Porque lo que los integrantes de la misión de las Naciones Unidas estan tratando de hacer en Haití es ayudar al país a recuperarse.

Sin embargo, no deja de ser aleccionadora la situación. Haití ha sido practicamente invadida por gente tratando de ayudar. En ocasiones esta ayuda ha generado otros problemas, además de los ya existentes. Para empezar, hay quienes ayudan desde la derecha y quienes ayudan desde la izquierda. Por ejemplo, la presencia de barcos hospitales y de personal militar estadounidense en el país ha sido fuertemente criticada por la llamada organización del ALBA, un grupo de países comunistoides liderados por Hugo Chávez, los cuales han definido esta ayuda como una invasión.

Es de recordar que Hugo Chávez prohibió la entrada a Venezuela, en 1999, de ayuda estadounidense cuando los deslaves del litoral venezolano cobraron 30.000 o más vidas. Eso fue una acto de soberbia y pequeñez que jamás será olvidado por los venezolanos.

En Haití sucede hoy algo similar, hay una rivalidad trágica entre los contingentes de ayuda provenientes del mundo civilizado y la ayuda proveniente de los países comunistoides del ALBA.

Esta malsana rivalidad se ha trasladado al campo de la ayuda financiera a Haití. Cuando los Estados Unidos ofrecieron ayuda por mil millones de dólares, Hugo Chávez dijo que Venezuela daría cinco mil millones de dólares, más dinero que todos los países desarrollados juntos. Que maravilla, pensaron los haitianos. Dos años después, cuanto dinero ha dado Hugo Chávez? Creo que no es mucho el dinero venezolano ha llegado a Haití.

Es probable que lo que Haití requiera hoy en día sea menos ayuda, menos manos en el plato.

Lo que si es cierto es que Haití es un país en desintegración. Un 85 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza y bastante más del 60 por ciento está desempleado. El producto interno bruto per capita de unos $740 es el más bajo del hemisferio. Sus ingresos son bastantes menores que los gastos. Casi un 50 por ciento de la población es analfabeta.

Con una población de unos diez millones de habitantes Haití tiene unos diez partidos políticos que se disputan el poder y su historia política ha sido una de extrema inestablidad. Dictadores sangrientos y corrruptos, como los Duvalier, han sido reemplazados por militares o fanáticos como Preval y Aristide. Golpes de estado han estado a la vuelta de cada esquina. La fisiografía del país está severamente erosionada. Sus importaciones son mayores que sus exportaciones, lo cual se traduce en un importante déficit de balanza de pagos.

Que puede hacerse en Haití para que el país salga adelante? En teoría, al menos, hay salidas, a pesar de que ninguna sea de corto plazo. Una sociedad destruída requiere de dos a tres generaciones para reconstituírse. La educación, que es la base indispensable de una sociedad organizada, no es labor de un año o dos sino de generaciones. Estimo que Haití tendría que dedicar unos 25 años de esfuerzo bien planificado a su reconstrucción y para tener la oportunidad de llegar a ser una sociedad organizada y auto-propulsada.

Sospecho, sin embargo, que la solución para Haití que yo veo como plausible no es politicamente correcta. Se trataría de celebrar un contrato de asociación con un país organizado, como Canadá o Francia, a fin de convertirse en un estado libre asociado por el término, digamos, de 25 años. Durante ese período Haití tendría oportunidad de ejecutar un plan de construcción nacional en todos los ordenes, incluyendo un cuerpo administrativo del sector público razonablemente eficiente y una policia nacional profesional. Podría adquirir un nivel educativo razonable para su población y llevar a cabo una labor contínua de saneamiento ambiental y de salud pública, sin tener que preocuparse de elecciones presidenciales, de pugnas político partidistas o de fricciones ideológicas que no tienen sentido, para dedicarse a construir un país moderno. No hay ningun impedimento genético o racial para ello. Simplemente el país necesita un período de estabilidad que no puede disfrutar, si sigue sujeto a presiones internas y externas como las que ha tenido durante su historia pasada y tiene actualmente.

Un referendo nacional en este sentido pudiera ser la clave para iniciar el camino hacia el verdadero progreso de Haití. El gran obstáculo a vencer para adoptar una solución como esta sería la noción equivocada de soberanía que anida en muchas de nuestras sociedades latinoamericanas. La soberanía, a diferencia de lo que piensan loslíderes mesiánicos y demagogos, no puede existir en una sociedad ignorante, enferma y miserable. Esas sociedades son esclavas de sus miserias.

La verdadera soberanía es espiritual, es saber que se ha adoptado libremente, no por imposición alguna, el camino por el cual una sociedad puede llegar a ser próspera.

Lo demás es ilusión y engaño, populismo y demagogia. De esto tenemos más que suficiente en nuestro hemisferio y los resultados han sido trágicos.

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