jueves, 21 de julio de 2011

El impacto psicológico del cáncer

Cuando le dan la noticia el paciente queda confuso y anonadado por largos minutos. Apenas puede balbucear algunas cosas: “Yo?”… Como es posible? … que me va a suceder? Hay tanto que hacer todavía!…. Luego viene la primera pregunta, la que la mayoría hace, aunque de manera diferente, dependiendo de la persona: “Como me puedo curar?” o, “Cual es el pronóstico?”. Alguien sonreirá y preguntará: “Cuanto tiempo tengo”?

En ese momento el paciente aprende la primera realidad sobre su estado. Los médicos generalmente no saben que decirle sobre el pronóstico. “Necesitamos hacerle más exámenes”, le dicen. Pruebas de laboratorio, imágenes, biopsias. Casi todos desagradables pero, lo peor, toman tiempo. Mientras espera los resultados, el paciente estará solo consigo mismo, pensando en lo que se le puede venir encima. Y, si está socialmente activo, obligado a hablar “normalmente’’ a la gente, en el trabajo o en donde esté, de cosas que ya se le antojan menos trascendentes. Pensará: “como puede el mundo seguir adelante, como si nada me estuviera sucediendo”?

Una vez que los resultados llegan y se establece el tipo y etapa del cáncer y el tratamiento recomendado, el paciente está interesado en saber cuales son los riesgos del tratamiento. “A que me enfrento en los próximos días, semanas, meses”?

El otro problema mayor, el cual se mueve en paralelo a la incertidumbre de la enfermedad y de la misma sobrevivencia, es el plan de vida. Debe ser revisado.. Se preguntará: Que va a pasar con lo que yo hago? Con mis ocupaciones? Con la familia? Mis proyectos, que haré ahora? Quien puede reemplazarme? La promoción, el viaje, el matrimonio, la candidatura, como quedarán estos proyectos?

A las pocas semanas del diagnóstico comienza el protocolo acordado. La quimioterapia, en particular, tiene sus problemas. Se presentan con mayor o menor intensidad, pues todos los pacientes reaccionan de manera diferente, la fatiga, la naúsea, la pérdida de olfato, quizás del gusto. El pelo se cae. El paciente comienza a pensar que no vale nada. Hay pérdida de auto-estima, dependiendo de la edad, del género, de la personalidad. Quienes tienen un ego muy desarrollado sufrirán más, porque la “caída” psicológica es desde más alto.

El tratamiento termina. Esto va bien desde el punto de vista médico. Sin embargo, hay un enemigo oculto que aparece en la etapa post-tratamiento. Es la depresión. Después de haber sido el centro de la atención de familiares y amigos, cuando termina el tratamiento el grueso de la gente parece pensar que hay que pasar la página. No se dan cuenta de que todavía el paciente con cáncer necesita mucho apoyo. Pero la familia y los amigos ya están, quizás, un poco cansados de prestarle atención. Piensan, con o sin razón, que ya este paciente está fuera de peligro. Y comienzan a hacerle exigencias que son difíciles de cumplir. Que viva una vida normal. No quieren seguir oyendo del “problema”. El paciente se queda más o menos solo, con su exacerbado sentido de la mortalidad. Y con algo que le aqueja con frecuencia, un sentimiento de culpa.

Es un error sentirse culpable pero es algo que es muy frecuente en el paciente de cáncer. Por que no hice esto o aquello? O de manera diferente? . En esta etapa suele haber stress, lo cual es el resultado de ese sentimiento de culpa subyacente.

La verdad es que cada quien está practicamente solo en su determinación de salir de ese laberinto. Quienes se resignan generalmente se mueren. Quienes luchan, pueden morir pero generalmente sobreviven. En la actitud de entereza ante la enfermedad es importante darle rienda suelta a las emociones. Llorar, quejarse, reir, confesar con candor lo que se siente, todo ello es altamente beneficioso. Que no se quede nada por dentro.

Dicen que en la base del arco iris hay un pote de monedas de oro. Así, en la experiencia del cáncer, hay (o puede haber) un hallazgo maravilloso, el del hombre o de la mujer que estaban escondidos (as) detrás de la salud. De repente para el paciente hay un cambio importante de valores, de motivos, de fuentes de placer. La sonrisa de un niño subitamente vale todo el dinero del mundo. El bienestar de los vecinos, la bondad, adquieren un relieve insospechado. Para que empeñarnos en proyectos grandiosos cuando podemos hacer tanto bien en una escala más modesta y más permanente? Nuestra condición humana puede llegar a revelarse en toda su maravillosa dimensión.

Y, si es que tienen que despedirse, lo hacen dando un ejemplo de humanidad a quienes vendrán después.

Son muchos más quienes son recordados por una fértil bondad que por haber tenido una naturaleza agresiva e improductiva, sembradora de odios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿no es broma que se muere?, escuche que se muere en 18 meses y en 18 meses son las elecciones en venezuela, que coincidencia!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! su problema de cancer solo es una treta mas del G2 cubano para copar la atencion internacionalmente y atraer lastima de sus focas rojas para que voten ciegamente, no se dejen engañar