lunes, 3 de octubre de 2011

Indigestión de Hugo Chávez


Mi amigo gastroenterólogo me habla sobre la indigestión de Hugo Chávez. Su expresión es ambigua y puede significar que Hugo Chávez padece de una indigestión o que Venezuela se ha indigestado con Hugo Chávez. En realidad, ambas interpretaciones son válidas. Chávez está indigesto de lecturas mál comprendidas y apresuradas, esas de Nietzsche, Ceresole, Harnecker, Monedero, Dieterich, Victor Hugo y Chomsky, toda una ensalada de arroz con mango con la cual ha querido darle una base ideológica a sus extravíos. Como el Quijote, quien enloqueció por atapusarse de libros de caballería, Chávez ha pretendido convertirse en un “intelectual express” tragando lecturas sin masticarlas. El resultado ha sido esa mezcla de zapato con alpargata, de marxismo con Maria Lionza que exhibe en su discurso, de ideologías obsoletas y cursilería.

En realidad, mi vecino quería decirme que los venezolanos estamos indigestos de Chavismo. Una gran porción del país, afirma, está hasta el guarguero de Chávez y su grotesca personalidad, con la barriga revuelta por las altas dosis de Chávez a las cuales ha sido sometida por trece años. Caramba, me dice, es que ha sido Chávez en el desayuno, en el almuerzo, en la merienda y en la cena. Nadie puede sobrevivir (usa el término en sentido político, por si acaso) a una sobre-exposición tan brutal. Por algun tiempo, explica, el país vió a Chávez como una bienvenida novedad: campechano, nada de la formalidad de Caldera o de las vacilaciones linguísticas de Leoni. “Canta”, decían las amas de casa, aficionadas al show de Don Francisco. “Echa chistes, se parece a Joselo, hasta en la verruga”, decían otros. Por eso, mucha gente le firmó un cheque en blanco cuando dijo que “primero resolvería el problema político” para luego entrarle al asunto económico y social.

Trece años después Chávez aún está “resolviendo” el problema político, el cual está lejos de ser resuelto porque Chávez no se ha dado cuenta de que lo correcto era hacer lo contrario, que el problema político desaparece resolviendo los asuntos económicos y sociales. Mientras atacaba la cuestión política pensó que podía mantener a la gente esperando tranquila a fuerza de subsidios, dádivas, limosnas y promesas. “Ya voy pá allá…eso lo vamos a hacer pronto…. invertiremos, construiremos…. produciremos”. En sus manos la Venezuela del presente dejó de existir para convertirse en la Venezuela del eterno futuro. Su sancocho de promesas llenó el estómago de muchos venezolanos por bastante tiempo. Ese sancocho está aderezado con las salsas del racismo, del “ahora mandamos nosotros”. Consiste en un caldo de petróleo (muy pesado) con trozos de misiones, limosnas, aumentos de sueldo, controles de precios, expropiaciones, insultos y amenazas a los ricos y a la clase media, un “cruzado” que ha satisfecho el hambre de revancha de muchos compatriotas por algún tiempo. Pero ya han comenzado los retortijones de barriga, con cada apagón, con los colapsos viales, la triste escasez en los mercados, la criminalidad desatada, unas morgues y cárceles degradadas y degradantes y el cínico ejemplo de un presidente tronando contra los “ricos” mientras porta un reloj de cien mil dólares.Ver a la Fosforito de ministro causa náuseas.

Mi amigo dice que el país tiene un soberano “empacho” de Chávez. Urge un severo purgante que limpie el desastre intestinal.Y luego, una dieta sana, nunca más esos menjurjes indigestos.

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